Señor ministro, ¿es usted del Montón?

Hay al menos tres tipos de seudoescépticos. Tenemos a los cheerleaders que nunca gustan de discutir y prefieren salir en los medios de comunicación, tal es el caso de Luis Alfonso Gámez, Javier Armentia, Mauricio José Schwarz, José Miguel Mulet Salort, entre otros. Le siguen los periodistas como Javier Salas y los abogados del estilo como Fernando Frías Sánchez. De todos estos se derivan los seudoescépticos vulgares, frecuentemente anónimos. En todos los casos analizados, se ha probado pormenorizadamente que la mayoría de las grandes estrellas del seudoescepticismo son charlatánes o mentirosos compulsivos. Estas críticas han sido ampliamente corroborados en otros medios (aquí, aquí, aquí), e incluso algunos seudoescépticos han comenzado a notar los efectos perniciosos de su propia secta, tal es el caso de Daniel Galarza Santiago, el del seudoescéptico argentino Juan Drewjin y el del filósofo seudoescéptico Ángelo Fasce. Todos ellos han tenido que admitir, a regañadientes, lo que ya se ha repetido en otro momento que el seudoescepticismo está en crisis, y es que irónicamente son censurados por sus propios pares. Nadie les tiene que tener lástima, los seudoescépticos han aplicado la censura desde hace decádas.

En artículos anteriores se ha señalado clara y consisamente que el movimiento seudoescéptico es un grupo de personas presentados como independientes, pero que cuando se les examina de cerca no lo son. Por ejemplo, American Council on Science and Health es uno de los think thanks más importantes dentro del seudoescepticismo, entre sus promotores principales podrán encontrar a Stephen Barrett, presidente de Quackwatch. Barrett siempre se presentó como un psiquíatra independiente, aunque con el tiempo se probó muy claramente que no era más que  un mercenario al servicio de distintas corporaciones. Ningún seudoescéptico alzó la voz, ningún seudoescéptico se cuestionó nada de eso, cualquier mención de los conflictos de intereses de Barrett es tachado inmediatamente de «conspiranoia». Todo el entramado del ACSH es idéntico al de las organizaciones supuestamente «humanistas» como la fundada por Paul Kurtz, uno de los fundadores del Comité para la Investigación de los Supuestos Hechos Paranormales (CSI). Estos charlatánes han sido parte del negocio de corporaciones como Monsanto, tanto ACSH, CSI y Sense About Science, que tienen deparatamentos completos de usuarios que van desde «anónimos» a los que tienen cuentas múltiples para comentar negativamente cualquier investigación que les contradiga, esto no es una invención, es un hecho patente. Ahora las grandes corporaciones suelen usar a seudoescépticos como carne de cañon. Y éstos aceptan con mucho gusto. Documentos sobre esto pueden ser consultados aquí.

 

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Tanta originalidad destaca en el diseño de sus panfletos, mismo monigote en diferentes poses.

 

Fernando Frías

Fernando Frías, abogado y presidence de «Círculo Escéptico», socio de la Alternativa Racional a la Pseudociencias (ARP-SAPC), es el think thank más importante de todo el seudoescepticismo, no porque destaque en la argumentación, sino por su nivel de demagogia. Frías nunca ha sido capaz de argumentar nada, su demagogia fue rápidamente desenmascarada en una serie de artículos que se puede encontrar en un blog. Frías es mejor conocido por negar la hormesis o negar que Sense About Science fuese una coletilla de las grandes corporaciones.

 

Frías

El señor Frías intentando engañar con que Sense About Science es «independiente». Fuente.

Tras varios intentos fallidos de su parte por quitar la denominación de medicamento a la homeopatía, se le ocurrió que su mejor táctica sería la de lograr la imposición de una ministra acorde a sus interéses, ¿quién mejor que Carmén Montón?

 

Carmen Montón

¿Y quién es Montón? Pues la nueva ministra de Sanidad. La revista Métode, donde sospechosamente Angelo Fasce se cuenta como colaborador, le dio luz verde para escribir sus sandeces. En un artículo Montón describe su «argumentación» para el rechazo de la homeopatía, y lo mejor es esta perla:

‘El filósofo argentino Mario Bunge, uno de los pensadores más beligerante contra estas prácticas, advierte en uno de sus ensayos que «la pseudociencia y la anticiencia no son basura que pueda ser reciclada con el fin de transformarla en algo útil: se trata de virus intelectuales que pueden atacar a cualquiera (lego o científico) hasta el extremo de hacer enfermar toda una cultura y volverla contra la investigación científica». En previsión de ello –y pese a que su descrédito va en aumento, como evidencia, por ejemplo, la suspensión de másteres sobre homeopatía en las universidades de Valencia y Barcelona– es necesario que la implicación de los gobiernos sea máxima y constante»

O para que lo entiendan, Montón cree que Bunge es su mejor respaldo para rechazar la homeopatía porque lo leyó en «uno de sus ensayos». ¿Y cuál ese supuesto ensayo? La realidad es que a la señora Montón se le ha olvidado cómo citar a un autor, pero no es difícil localizar la cita, viene de un libro de una editorial seudoescéptica, Laetoli, y el ensayo es Las pseudociencias, ¡vaya timo! Aparente coincidencia deja de serlo cuando se sabe bien que los seudoescépticos siempre han buscado hacer una fuente de ingresos el publicar libros chatarra, y el de Bunge no lo es menos. Los bungueanos suelen recular que su fantástico ente es principe de asturias y que es el «filósofo más importante de todos los tiempos» porque aparece en el Hall of Fame de la ciencia. Pero tenemos unos problemitas con esto, y es que es más un mito . El Hall of Fame de la ciencia se basa en una plataforma piloto diseñada por John Bohannon, pues bien desde el 2011 esa plataforma no se ha actualizado, y por demás se basa en la opinión subjetiva de Bohannon en asignar «miliDarwins» al reconocimiento de los más citados, aunque no se sabe bien de dónde Bohannon se inventó todo eso.

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¡Ups!

 

Mario Bunge

Las tonterías de Bunge son para remarcar, la mayoría de cosas que ha escrito provienen de sus opiniones en entrevistas, de ahí no pasa. Así que mejor vayamos a la biblia del seudoescepticismo, se trata de un libro que es pieza por pieza de lo mismo que ha escrito en los años 80 con algunas correcciones pequeñas o miscroscópicas, el libro de Las pseudociencias ¡vaya timo! se supone que es el culmén de todo el seudoescepticismo. Este librito editado por la empresa Laetoil (¡cómo no!) es un monumento al hombre de paja, al ad-hominem y un ejemplo contempóraneo de propaganda estilo Goebbels. En la mayoría de los casos Bunge se la pasa opinando de todo tema, juega al intrusismo y abusa de autocitarse. Si por ejemplo Bunge menciona que ha demostrado tal cosa, las citas son con bastante frecuencia sus propias obras, sin que terceros las hayan corroborado.

Pero los adpetos de la secta bungueana (que niegan su pertenencia) podrán excusarse con estupideces como que «has sacado de contexto los párrafos», no señores, no ha sido así. Se supone que Bunge se basa en una «metafísica científica», de la que curiosamente no aporta ninguna prueba. Su doctrina se basa en el yoísmo, en una versión light de la teoría de sistemas y de un poco de Popper multivitaminado. Su obsesión contra el psicoanálisis y la parapsicología es tan divertido que parece vivir de ello, y lo mejor viene cuando intenta definir «seudociencia», ese concepto que alaban todos los adeptos del seudoescepticismo al grado de que sin él no pueden vivir. Para eso, Bunge se ha inventado un criterio de 12 puntitos a seguir, si usted falla en uno de ellos es que se convierte en seudocientífico porque no alcanza todos los estándares de la ciencia física. Pero, ¡ah!, eso depende de cómo le convenga a Bunge, en otro librito del susodicho, Filosofía para médicos, el señor admite que la medicina no logra ser como la física, que es algo más,, para que lo entiendan: Bunge está admitiendo que la medicina no cumple todos los puntos de su criterio para ser una ciencia como la física.

 

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La secta de los bungueanos tiene su propia página, su nivel de argumentación es tan elevado (sarcasmo) que requieren del insulto para refutar a sus oponentes.

Y de ahí podriamos pasar a considerar que Bunge no es científico, no ha publicado nada relevante a la ciencia, sus piezas de opinión se reducen a nunca aplicar el método científico, excepto su vieja tesis doctoral, porque Bunge como mal químico que fue nunca dio para más. O se limita a creer que la música rock es cosa de personas «incultas». Pero los bungueanos se jactan de presumir que Bunge ha publicado en revistas científicas, la mayoría de sus publicaciones en revistas sin ningún factor de impacto, de lo que tanto se quejan los seudoescépticos. Otras de sus publicaciones son pajas mentales: Presume de haber rebtaido a otros autores después de aplicar sendos hombre de paja. Pero lo mejor es su reducción semiótica de los Trataise, dándose un aire de ser el nuevo Wittgenstein, donde cree que semiótica es igual a formalización matemática. Trata de abarcar tantos campos, desde la psicología, la biología, la medicina, la informática, la física, la filosofía de la mente, lingüística, sociología, etc, y no da ni una.

Pero, ¿y qué hay de la homeopatía? Se reduce a una patéticas entrevistas en diarios de empresas del grupo PRISA, como El País. Cualquier lector podría indagar en la bibliografía de Bunge, para darse cuenta que la mayoría de la basura que ha publicado lo ha repetido en webs sin una mísera correción. No es necesario leer toda la supuesta erudición que ha plasmado Bunge en su libro, basta con su lista de tonterías: Y es que según el emperador Bunge, la homeopatía «no interactúa con otras ciencias», «sus defensores no publican en revistas científicas», «no usan el método científico», «no cambia más que por efecto de disputas internas», etc. Tamaño nivel de sandeces se complementa con las tonterías de su Filosofía para médicos, en un párrafo se puede ver estaperla (animo al lector a buscar las otras perlas):

 

«En efecto, un medicamento homeopático cualquiera se prepara diluyendo una tintura madre constituida por un producto natural (vegetal, animal o mineral). Cada vez se extrae una centésima parte de lo que quedó: en un frasco que contiene 99 gotas de alcohol, se echa una gota del líquido contenido en el frasco anterior, de modo que a cada paso se obtiene una centésima parte de lo que quedó. Por ejemplo, en una dilución No. 5 queda (1/100)^5 = 10^4D de la cantidad inicial; y al cabo de 30 diluciones, que es el número recomendado, sólo queda (1/100)^30 = 10^60, o sea, menos de una molécula por galaxia (Véase Sanz, 2010)»

 

El señor Bunge, que se supone curso la carrera de química, le fallan las cuentas básicas. Una dilución a la cuarta decimal no es 1/100^5, es 1/10^-4, ¿aún no lo nota?

D4 = 0.0001

5C = 10^-10

Y para colmo, el señor Bunge pone como referencia a otro libro de Laetoli, el de Victor Sanz, La homeopatía ¡vaya timo!, que es otro monumento al hombre de paja. Pero por el momento sigamos viendo las tonterías de Bunge, en otro párrafo pone:

«Los homeópatas… Tampoco ponen a prueba la eficacia de los medicamentos que recomiendan, los que son producidos por grandes firmas especializadas»

Literalmente el charlatán de Bunge afirma que los homeópatas en ningún caso han puesto a prueba la homeopatía, en ningún estudio a doble ciegas. Es claro que la tontería de Bunge no pasa de ser demagogía sin sentido. Pero el seudoescéptico cegado por las tonterías de su maestro todavía podría usar como escapatoria el poner que «la mayoría de estudios indican que no funciona o que es una estafa» o «el golpe de gracia». Hay malas noticias, es al revés. Como se indica en un artículo de un blog, los meta-análisis y revisiones de la Cochrane no mencionan nada de «estafa», otros son poco «concluyentes» y otros contradicen a los seudoescépticos.

 

Plaza

El periodista Jorge Plaza, bastante favorable a los medios seudoescépticos, admite que todo el bombardeo de noticias fake es porque les da dinero.

Pedro Duque y la del Montón

La señora Montón se ha dado aires de grandeza con sus titulares amarillistas, ¡y qué mejor que poner de flamante ministro de la ciencia a un astrónauta! El nivel de Pedro Duque es tan elevado que sus tácticas son idénticas a los de la secta bungueana.

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No hace falta argumentar, no hace falta nada de eso, llegó el seudoescepticismo para inflar twitter con tendencias fake, sólo ponga su meme favorito y disfrute de fama mientras reza que todos los problemas se «resolverán» con ciencia… y memes. Y aquí viene un grandioso detalle, periodistas de El País habían anunciado una campaña contra la desinformación y llamando a la lucha contra la «posverdad», término de moda que usan, y del que abusan, los grupos seudoescépticos. Pues bien, los del País son los típicos que justifican las invasiones de EE.UU y la OTAN, muestran su fobia antirusa según les convenga, guerras, terrorismo de Estado, represión y censura, ¡pero de eso no les cuenta nada el flamante propagandista y director de ARP-SAPC, Alfonso López Borgoñoz!

 

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¿Para qué ser ministro de educación y ciencia si tiene como respaldo a un abogado corrupto y analfabeta como Fernando Frías?

 

Infiltrados

¿Y qué hay de Carmón Montón? Pues que la flamante ministra está acusada de corrupción. Corporaciones, abogados corruptos como Frías, mentirosos compulsivos y demás fauna son la perfecta combinación y caldo de cultivo para el seudoescepticismo. Ea, pero ¿qué tiene que ver Bunge aquí? Pues que ambos son panfletistas del PSOE. Lo gracioso de todo este asunto es que apenas el seudoescéptico Edzard Ernst publicaba un post donde se reía de lo absurdo en acusar a los seudoescépticos como parte del «partido comunista».  Y es que el señor Ernst se olvida de que Sense About Science nació de una rama apócrifa de supuestos grupos de izquierda, seudomarxismo que no pasa de infiltrados. ¡Y vaya sorpresa, Ernst está bastante contento con la organización! ¿se acuerdan cuando los seudoescépticos infiltraron a la iglesia católica?) ¿O los seudoescépticos como Javier Salas le han mencionado que Grupo PRISA ó El País se llevan bastante bien con grandes corporaciones? ¡Nada de eso aparece en los medios «escépticos»!

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Orgulloso de recibir su premio de Sense About Science

Conclusión

El actual ministro de educación y ciencia, Pedro Duque, recuerda bastante al supremasista blanco Savino Arana, y Bunge recuerda bastante a Goebbels. En sus tiempos, estos personajes tenían como verdad suprema que el racismo se trataba de lo más científico e incuestionable. La comparación podría ser exagerada, pero es justa.

 

Pseudo

Vía twitter.

11 comentarios en “Señor ministro, ¿es usted del Montón?

  1. Gracias .Gran artículo …Suiza Alemania y donde vivo Francia el 60% de la población tomamos practicamos Y nos SANAMOS con terapias alternativas y muy baratas y rembolsadas 100% por la sanidad o seguros de vida….Tenemos la opción de elegir como curarnos o mejor prevenir las enfermedades como a uno le salga de los memoles

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    1. ¡Es la tercera vez que lo hacen en este año! En verdad no me preocupa, estoy bastante acostumbrado a la censura de est@s personajes. De hecho es saludable porque ya no tengo nada útil que obtener de ahí. Todo lo que había buscado y requerido ya lo tengo. Más bien los «escépticos» son lo que deberían preocuparse. Saludos.

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      1. Me interesa conocer a esta gente .
        Estoy leyendo sobre Swarz ( o como coño se diga ) Este es uno de los líderes del «movimiento «.

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